martes, 19 de mayo de 2009

LA TELEVISIÓN, UN ABREBOCA A LA NUEVA ERA



Informar es definitivamente una manera de formar, de fundar o de integrar. Y la televisión ha asumido, aunque no plena e integralmente, este papel “educador” que posee como medio masivo. Como un medio masivo que debe estar a la disposición de una audiencia de “mente escasamente dispuesta” pero que es capaz de entender que se la quiera ilustrar, “que se la quiere modelar sin excesivas presiones sobre su comportamiento”. Y no se trata de que la televisión administre dosis estudiadas de contenidos culturales envueltos en un paquete estético de consumo, por el contrario, se trata de aprovechar el alcance tan avasallador de este medio para difundir contenidos intelectualmente ricos y elaborados con suficiente diligencia como para cultivar a una audiencia que necesita inexorablemente contenido de calidad.
Sin embargo la televisión no pretende ser un medio exclusivo, ni llegará a presumir que lo que ella muestra es “la única forma cultural de nuestro tiempo”. Por el contrario, “lo que pretende es abrir cauces a formas culturales más profundas y veraces”. Formas y fuentes que a pesar de ser más auténticas y efectivas necesitan de la capacidad seductora de la televisión para atraer y despertar la curiosidad de la audiencia.

De este modo entramos a una nueva era de las comunicaciones, donde la personalización de la información es la protagonista. La televisión por Internet, la IPTV (Internet Protocol Television), los portales para subir y descargar material audiovisual de la Web son sólo el comienzo de esta nueva época de las comunicaciones.
Con la llegada del espacio digital las audiencias podrán seleccionar no sólo la información o programación que desean ver sino también el momento, lugar y manera en que desean conocerla. La televisión servirá entonces como un medio para cautivar al espectador, que ahora será entendido como persona y no como consumidor, a buscar la información que desee conocer. Esta persona podrá poseer los contenidos que realmente le interesen. Contenidos que irán desde lo más cercano a él como su entorno social inmediato hasta la información global de mayor trascendencia internacional. Y lo más importante es que ese individuo será además un generador de contenidos ya que podrá subir a la red el material que desee, bien sea escrito, audiovisual o de cualquier tipo.

Así pues las comunicaciones están encaminadas hacia su verdadera democratización y hacia la participación plena del ente como público crítico y examinador e igualmente como productor esmerado y concienzudo. El rol “educador” de la televisión tendrá un espectro mucho más amplio que será transferido a los medios digitales. Y cada vez más nos acercaremos a la diversificación total de las audiencias a través de la elección individual, libre e independiente del contenido. La persona no tendrá que ser consumidor de una parrilla preestablecida por un canal de televisión sino que tendrá la autonomía para encontrarse únicamente con la programación que el mismo construya en base a sus necesidades e intereses.
Pero, ¿qué pasará entonces con la edificación de esos valores que tanto anhela esta sociedad viciada por el consumo y la necesidad de un florecimiento intelectual?, ¿habrá una institución que pueda regular estos nuevos medios de tan amplio alcance? Por ahora deberemos batallar por la educación de nuestros jóvenes dentro del núcleo familiar y esforzarnos en reivindicar la colaboración de las escuelas para la formación de ciudadanos que quieran siempre buscar el bien y conocer la verdad.

Por: Diego Borjas

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